Aunque no presumo de ser un cabrón entrenado en el código del macho, nunca esperé que se acercara esa mujer a donde yo estaba sentado y me invitara a bailar. Era Lourdes Ruíz, la famosa Reina del Albur, integrante destacada de aquellas legendarias 7 Cabronas Invisibles del Barrio de Tepito. Por supuesto que le tomé la mano a la amble cabrona, e intenté bailar con ella...
Nunca olvidé ese momento sorpresivo y agradable... Había llegado a la reunión invitado por Mayra (a quien había reclamado por no invitarme a esas reuniones). Saludé de pasada y me senté en un sillón que estaba al lado de la entrada. En la pequeña habitación se encontraban actores y actrices que participarían en el Safari Tepito. También había personajes del barrio, entre ellos tres cabronas de Tepito, Mayra, Lourdes y Marina.
En otra ocasión, durante la filmación de algunas tomas para una serie producida por Epigmenio Ibarra, célebre periodistas, documentalista y cineasta mexicano, dirigidas por Mario Mandujano, quien me había invitado como mirón (Mayra también me llamó para invitarme), Lourdes, que participaría en la serie, me preguntó por mi cámara fotográfica. Le dije que no la traía por temor a que me prohibieran utilizarla. Lourdes le reclamó a Mayra porque no me había dicho que la llevara. Al poco rato me lancé por mi equipo... Hice un buen de fotografías.
Antes de esa ocasión, yo había participado, por curiosidad, quería verla trabajar en su tema, en el clásico Diplomado de Albures Finos que impartía en la Galería José María Velasco, al lado de Alfonso Hernández. En la primera sesión, Lourdes dio a los participantes una lista de materiales necesario para cumplir con el diplomado. Libros y grabaciones en DVD. Debería gastarme una buen de billetes en ellos. Pues no, Lourdes me prestó sus libros y un montón de discos: Chava Flores, Chaf y Queli y demás albureros reconocidos.
En otra ocasión, acompañé a Bárabara Vodopivec, doctora en antropología, a despedirse de ella, regresaba a su país de origen, Eslovenia, después de pasar un año en el barrio para realizar su proyecto Turismo de tugurios en las Américas: Comunidad de la pobreza urbana y la violencia. Lourdes siempre amable nos dio fuertes abrazos de bienvenida y de despedida.
En otra ocasión fui a su puesto en el cruce de Aztecas y Bartolomé, para felicitarla por la publicación de su libro, Cada que te veo, palpito, edición de Grijalbo, 2018. Por una u otra razón no tuve oportunidad de regresar para que me lo autografiara. Lo lamento.
La última vez que la vi, recientemente, fue cuando Mayra me volvió a invitar a un programa de radio que se realizaría en una cabina ambulante que estaría estacionada enfrente del 22 de Peralvillo. Después de la entrevista en la que recordamos el Safari Tepito (participaron Daniel Giménez Cacho, Mónica del Carmén, Mayra, Lourdes y yo), la querida Reina del Albur nos invitó, ahí mismo, unos sabrosos tacos de barbacoa. "Diego, Diego, ¿ya pediste?", me preguntó. Ella siempre atenta.
Hace unos días, durante la madrugada del sábado 13 de abril, 2019, falleció mi querida Lourdes Ruíz. Lo supe porque Eva -hermana de Mayra ("está chille y chille. No te puede llamar, por eso te hablé.")- me lo comunicó por teléfono. Quedé atónito. Cuando pude reaccionar escribí en mi muro del Facebook:
"Me acaban de avisar que la muy querida Lourdes Ruíz, la Reina del Albur, falleció durante la madrugada. Buen viaje, querida amiga."
En la funeraria, dentro de su féretro, me pareció que dormía, tranquila, como nunca la había visto: siempre activa, disciplinada y trabajadora, haciendo y proponiendo, con su risa como un estruendo que abarcaba todo el barrio.
El lunes, a medianoche, cuando me comuniqué con Mayra para saber cómo estaba, aún la seguía llorando.