ASOMÁNDOSE A LA CALLE. DE LOS BENÉFICOS TALLERES DEDICADOS A LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS EN TEPITO),

ASOMÁNDOSE A LA CALLE. DE LOS BENÉFICOS TALLERES DEDICADOS A LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS EN TEPITO),
ASOMÁNDOSE A LA CALLE. DE LOS BENÉFICOS TALLERES DEDICADOS A LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS EN TEPITO.

Narrar y fotografíar

NARRAR Y FOTOGRAFIAR

para Cuauhtémoc García Arteaga, por su gran amistad.


Si me es posible comunicar, la palabra escrita y la imagen fotográfica me son vitales para lograrlo. Por ello, y por el intimo placer (egoísta, tal vez) que me produce hacer fotografía y cuento literario, abro este blog que me permitirá comunicarme y compartir estas vocaciones con familiares, amigos y, quizás, con algunos desconocidos que por curiosidad o por descuido entren en él.


Mi tema, inevitable para mí, es la ciudad y, en lo personal, mi barrio entrañable, que me ha llevado a realizar largos viajar sin abandonar mi habitación y, con ello, rondar entre sus calles y su arquitectura desmoronada y desteñida, vislumbrar sus entrañas, adentrarme en sus noches y sus amaneceres, en sus días opacos, umbríos y, en ocasiones, radiantes, aunque, muchas veces, éstos otorgan pocas esperanzas para esos seres escondidos, parapetados tras algún estereotipo demasiado gastado por la nota roja y por el paso del tiempo.


Por ello, lo sé o, tal vez, lo intuyo: no existe el ser humano que en el trajín de la vida a la sepultura permanezca ausente, inicuo, sin dejar huella. Siendo así, por ironía y paradoja, la gran mayoría de los que habitan estos rumbos obnubilados, me parece, no son los perversos que dejarán su huella criminal en las sombras de las habitaciones y de las vecindades (como lo imaginan los que temen al barrio). Esa huella no la dejarán ellos. Sin embargo, los que, con anticipación, los rechazan, los sancionan y los condenan (a la vez que denigran los estereotipo que sus "buenas conciencias" recrean a cada momento), sí lo harán, como ya lo hacen, sin ningún remordimiento, los políticos, los oligarcas neoliberales, los líderes sindicales, etcétera...

viernes, 12 de abril de 2013

TEPITO PARA LOS VALEDORES... BALICO, VALEDOR DE LOS BOXEADORES...





Paisaje de atardecer con tinacos, 
desde el oriente del barrio de Tepito.

para Lu, inolvidable.

Sí, solamente para ellos y para sus habitantes, Tepito tiene el significado de chanté, jaús, casa, hogar, cobijo, vecindad, patio, tendederos, techo, tapanco, cobijo, solidaridad y sobrevivencia a través de un oficio en un taller familiar, de carpintero, zapatero, hormero, mecánico, panadero, plomero, electricista, etcétera, etcétera...


En cambio, para los pasados de lanza, líderes políticos, locales o nacionales, y de opinión pública, incluso "culturales" y, con más razón, policíacos, para toda esa, y más, jauría de profesionales chupa sangre, Tepito es, dirían los clásicos, una "panacea".


Porque Tepito "vende", su fama ancestral lo trasciende. para bien o para mal. Incluso (aparte de las consuetudinarias visitas de periodistas, nacionales y extranjeros, estudiantes universitarios y funcionarios gubernamentales de cualquier nivel) periódicamente se transmiten programas de televisión "cultural" que se dedican al barrio, al arrabal capitalino por excelencia. Por supuesto que son programas "laight", "folclóricos", "costumbristas", en los que aparecen personajes tepiteños "cómodos", que se han creído lo que dicen de ellos los medios de comunicación, quienes sólo asisten al programa para reproducir eso, la visión folclórica, costumbrista, pintoresca, que conviene al statu quo, político, económico, cultural y social, que es la única aceptable para la ideología neo-burguesa (por aquello del neo-liberalismo) o pequeño neo-burguesa. Porque Tepito, para ellos, la jauría depredadora, desde su zona de confort, es la personificación del mal, el demonio, Mefistófeles, pero "domesticado", al que pueden acudir, de palabra o de hecho, para exhibir el "infierno" que tanto temen. Porque sí, con sólo mencionar al barrio bravo, en apariencia, se ponen a temblar, aunque de vez en cuando, confundidos entre los miles de visitantes diarios, podría asegurarlo, se dan sus vueltecitas para hacer alguna compra "clandestina"... o para programar una emisión televisiva.


Así pues, me parece -esta es una tesis que comparto como habitante y valedor de este barrio-, hasta ahora se ha lucrado y se lucra a más no poder -en la actualidad desde el neocapitalismo más rapaz y depredador-, creándole una excesiva fama dudosa, pero "domesticada", al barrio más antiguo de América (hay estudiosos que ubican su origen en un teocali-tepiton -templo pequeño- a las orillas de la gran Tenochtitlán precolombina, también próximo a gran tianguis de Tlatelolco; ubicada en donde se levantó la iglesia de San Francisco de Asis, en el corazón del barrio).



Y no niego que exista la delincuencia y el vicio en Tepito. Lo que digo es que, según lo apreciamos los de a pie, que vamos de aquí para allá, también existe en la Nápoles, en Coyoacán, en San Ángel. Entonces, lo que afirmo es que no da las mismas "ganancias" ni atrae "reflectores", ni "viste" chido, decir, con bombo y platillo, que hay narco menudeo en Tepito, que señalar que también lo hay en la Nápoles o en Coyoacán, o en Azcapotzálco, o en cualquier otro lugar de la capital. Si el reportaje vincula a Tepito, con seguridad,  aparece destacado; y si se mencionan carteles pesados de la droga, mejor. En cambio, si la referencia se ubica en otro lugar, tal vez la nota aparezca entre otras muchas de cualquier diario de mediodía.


Porque, la neta, como están las cosas, el hambre por todos lados, hoy, Tepito es tan peligroso como cualquier otro lugar de la ciudad, y de todo el país. Por supuesto, sin menospreciar las zonas dominadas, a nivel nacional, por el "crimen organizado"; esas sí se llevan la mano. Ahí sí Tepito le hace honor al origen náhuatl de su nombre: "tepiton", "tepitoyotl", "tepiyotl". Según estudiosos de la etimología del idioma de nuestros abuelos aztecas, cualquiera de esas palabras hacen referencia a chiquito, pequeñito, ínfimo. Y sí, así se hace Tepito (y cualquier otra zona de la capital) al lado de las extensas áreas dominadas por esos cabrones, a los que la prensa denomina "crimen organizado".


Y sin embargo,seguimos considerándonos bien chingones. ¿Por qué será?

Porque el tepiteño, el de las calles (Granada, Peñón, Pintores, Labradores, Jardineros, Rivero, la Cuarta de Panaderos, Florida y demás...) y sus vecindades, el de las antiquísimas iglesias (del Siglo XVI, pa' empezar), San Panchito, la Conchita y Santa Ana, la del Carmén, el del campo de futbol, el de los conjuntos habitacionales conocidos como Los Palomares y la Fortaleza, y tantos sitios más que no se incluyen dentro del cuadrante de los comercios que desvanecen, entre mercancías, lonas multicolores y estructuras metálicas, los antiguos muros descarapelados del barrio que aún conservan la historia y las anécdotas del Tepito de nuestros amores, dirían varias generaciones de habitantes... El tepiteño, decía, está ahí, a  las vivas, orgulloso de ser barrio, broza, ñero, cuate, valedor, carnal. Él está ahí, él es tepiteño, valiéndole madres ser, o parecer, burgués o pequeño burgués (como se acostumbra ahora por otros rumbos aunque traigan los zapatos agujerados). Él es tepiteño, representante del antiguo arrabal, y sí, tiene aspíraciones, quiere hacer varo para salir de las broncas en las que está metido (y lo traen pendejo), valiéndole madres que es parte del sesenta por ciento de la población económicamente activa (PEA) que se encuentra en el trabajo informal en todo México (según estadísticas recientes del INEGI); eso no es su responsabilidad, es de los ojetes del puto gobierno (que chinguen a su madre). Su responsabilidad es desafanar a su familiar o a su cuate y llevarle el pipirín a sus hijos, a como dé lugar, sí, a como dé lugar ahora que escasean los buenos oficios que hacían fuerte a Tepito ("donde se vende todo, menos la dignidad"). ¿O no, cabrón? Por eso es tepiteño, heredero de Cuauhtémoc, último emperador azteca, capturado en el Tepito de otros tiempos, por Hernán Cortés, según reza una placa incrustada en el muro frontal, en el costado derecho de la entrada principal de la iglesia de la Conchita, la Concepción Tequipehuca ("lugar donde se inició la esclavitud"), ahí donde se cruzan las calles Constancia y Tenochtitlán...


Por eso él es tepiteño orgulloso; por eso se cree muy madres y le gusta el baile, el futbol y el box, me cai... Por eso le hace el paro a sus valedores... Date una vuelta por ai, papá, pa' que lo compruebes...






Pepe El Sabroso, improvisando 
en el foro 
Martes de Arte.


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Braulio Felipe García Moreno, BALICO...



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...VALEDOR DE LOS CAMPEONES...

Por eso cae bien, dice él mismo. Aunque ha habido gente que no lo traga. Siempre hay quien no tolera que lo traten bien los renombrados. Y hablan mal, quizás, alguna vez, con razón, por aquello del vicio y porque de vez en cuando se sintió muy verga (durante esos tiempos en que hacía buen varo en la fayuca, la mota y en ferrocarriles). Pero, neta, puede asegurarlo, la mayoría de las veces sin razón. Pero aun así, a Balico le valía, le vale. O no le vale, pero aprendió a no pelar. 


Balico con José Sulaiman y
con el el hijo del mismo.
Por otra parte, él afirma que es preferible un amigo, como él procura serlo, que cien enemigos, neta. Por algo don José Sulaimán presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), lo ha nombrado Amigo de los Boxeadores (Balico lo cita con mucho orgullo) y le afirmó que mientras él continuara como cabeza del CMB, Balico podría acercarse a los campeones. De ahí que Balico valora mucho la amistad y es derecho con todo mundo, sin chuecuras ni dobleces. Y a los ojetes los deja decir misa. Mientras sus amistades, los meros meros, y los principales y los campeones del boxeo mundial, e incluso los que no lo son, le firmen su póster –que ostenta dos guantes de boxeo, en alto relieve, colgando como en espera de quien se los ajuste, en el centro del rectángulo vertical que, con el tiempo y su cúmulo de firmas, se ha convertido en parte principal de sus tesoros personales y muestra evidente de su cariño por el deporte de los chingadazos profesionales- que aquéllos se mueran de eso, de envidia. Porque, dejándolos a un lado, Balico siempre ha estado en lo suyo, se ha pasado una buena parte de su vida en el boxeo, aproximadamente 43 años, de 63 que tiene de edad (nació el 5 de febrero de 1950). Si no es que más, pues desde chiquillo, cuando no faltó algún adulto cabrón que le ofreciera unas monedas para que en un tirito derecho se rifara en contra de otro chamaco. ‘Uta, en la pobreza y con el chance de ganar unas monedas, Balico no se abría. Dos veces le entró a la madriza. Una vez ganó y otra perdió. Y por haber perdido se puso a llorar, pero no por los moquetes recibidos sino por no haber ganado un varo; un varo que para las miseria en la que estaba hundida su familia era muy valioso. Mientras tanto, como lo hacía diariamente, hubiera tiritos de por medio o no, para ganar unas monedas se dedicaba a bolear zapatos o a vender paletas de hielo, o chicles, el chiste era que no le faltara alguna moneda en el bolsillo y de pasada ayudar en la economía familiar tan mermada durante aquellos años de su infancia...


Balico sobre el ring, en sus años de boxeador amateur.
Y ya que probaste el trompón, mi buen, pues va. Porque en el barrio cabrón, o te defiendes o te defiendes. Así hasta su juventud, cuando se le facilitó entrarle al boxeo amateur. Quince peleas. Participó en algunos torneos, perdió y ganó trofeos. Pero, en resumen, no le fue bien. Luego de un nocaut siniestro que le apagó la luz durante un buen rato -cayó como costal, como Manny Pacquiao cuando se encontró con el puño del culero Juan Manuel Márquez-, colgó los guantes. Ahí se quedaron sus ganas de ser reconocido, cobrar un buen varo por ello y codearse con los boxeadores chingones. Aunque eso no lo alejó de su afición por su deporte entrañable (a la que le debe tanto, afirma Balico) ni de los campeones. Porque continuó asistiendo a las arenas de box, ahora como parte del público.

Balico luego de transcurridos algunos ayeres
de haber colgado los guantes.
Después de que su padre (que era ferrocarrilero y había participado en la huelga encabezada por Demetrio Vallejo; por esa razón estuvo preso en Lecumberri), lo ingresó a chambear a Ferrocarriles Nacionales de México, a eso de los 18 años de edad, una vez transcurrido unos años, también le entró a la venta de fayuca, justo cuando estuvo en su apogeo en Tepito (a mediados de la década de los setentas), como sus padres ya lo hacían, y de pasada, como no queriendo, se encontró abaratando mota al menudeo, pa’ los cuates necesitados. La cosa fue organizarse: en ferrocarriles pasaba una feria a su jefe, quien le checaba la tarjeta de asistencia y así ya podía lanzarse al "viaje" a la frontera norte. Por otra parte, en el puesto le caía la demanda de la verde limón, de la verde Panamá, de la mejor calidad (siempre adquirida al contado para que no hubiera fijón con quien se la facilitaba). En ese ínterin, de pasada, con los cuates, le entró a la droga, de tocho, mi buen, y al alcohol. Sí, ¿cómo no? Porque, finalmente, había varo, Balico empezo a hacer varo: el sueldo en ferrocarriles, la venta de fayuca y mota; había varo, ¿cómo no? Ya lo dije, en ferrocarriles pagaba mi cuota y así me podía ir al viaje, dos tres días, va . Chido, a nadar de a muertito, en el auge. Aunque un vecino de su puesto callejero, igual que él metido en la merca de la fayuca, se lo advirtió. Esto es un sueño, le dijo. Balico no le hizo caso, se siguió de largo, gastando la cascada de dinero por aquí y por allá. 


Balico (retrato realizado por
 Daniel Manrique)
y sus guantes de box.
En una de esas, atendiendo en su puesto de porcelanas que traía de la frontera, de El Paso, Texas, se le paró enfrente un cabrón ofreciendo carteles con soporte de bastidor. Traía imágenes de santos o escudos de equipos de futbol y, entre ellos, cosa de suerte, mi buen, le mostró un par de guantes de box. Así, como colgados de un clavo en la pared de un gimnasio de barrio. Trae pa’ca, le dijo. Balico se lo compró barato. ¿Te imaginas lo que hoy cuesta con todas esas firmas de campeones mundiales y de gente famosa? Sin embargo, Balico no lo vende, y eso que no ha faltado quien le ha ofrecido buenas cantidades en dólares. Aun así no lo vende. ¿Cómo? Si es parte de su vida, no mames. ¿Cómo lo va a vender? Si acaso lo que ha pensado hacer es donar su cartel a un museo del deporte. Si acaso. Y eso cuando cuelgue los guantes frente a la calaca; y eso porque para irse al otro barrio no hay mudanza.

Fragmento del cartel con firmas
de Balico.

Desde el día que Balico adquirió el póster se le ocurrió llevarlo a todas las arenas de boxeo a las que asistiera. Lo primero que supuso fue que aunque no se lo autografiaran le serviría de pretexto para acercarme a sus ídolos. Algunas veces fue fácil, otras no. De cualquier manera, siguió de necio. Tanto persistió, llevando su póster a todos lados, insistente, que en una de esas, José Sulaimán, presidente del CMB, quien ya lo había licado, picado y calificado, se le acercó y le preguntó que qué hacía. Balico le explicó su intención y Suleimán se comprometió a facilitar la recolección de las firmas de los boxeadores famosos y que por ese hecho ya lo consideraba el amigo de los boxeadores. ¡Chingón!

Fragmento, con firmas,
del cartel de Baico.
Pero todo eso sólo fue parte de un sueño, como se lo advirtió aquel cuate del tianguis, del que despertó de sopetón. Aunque, nada, cuando abrió los ojos de todas maneras se encontró en la pesadilla. El negocio de la droga era muy pesado así que no había tardado en hacerse a un lado. A tiempo, mi buen, antes que lo acabaran de madrear los que la controlan de deveras. En la fayuca, por andar en el desmadre, sin darse cuenta, pasado el tiempo, se quedó en la cola. Cuando se dio cuenta, ¿a ver ponte con los que traen tráileres repletos de todo? Justo en ese momento se dio cuenta que, en la pendeja, se había puesto a dilapidar el dinero sin prevenirse. Nada, se quedó sin nada y, para acabarla, por la necesidad de aplacar el vicio, acabó vendiendo lo que fuera para satisfacerlo (la plancha, las cucharas, la medallita, ¡cualquier cosa!). Así, en un dos por tres, perdió hasta a su familia (dentro del ensueño de  la abundancia se había casado y procreado a su prole), a la esposa y a los cinco hijos. Incluso a los “amigos” que cuando tienes no se separan de ti ni bajo el sol ni bajo la sombra. Pero cuando nomás te queda la morralla, no te prestan ni una sombrilla, te desconocen. Cuando se quedó de a solapa, hundido en el fondo del hoyo, la única salida que encontró fue ingresar a un grupo de Alcohólicos Anónimos. Hoy tiene 17 años sin probar una gota de alcohol ni droga, presume, orgulloso, Balico.

Fragmento, con firmas,
del cartel de Balico.

Y sin embargo, a pesar de todo lo que perdió durante el tiempo que anduvo de malora y cábula, nunca se deshizo de su póster con el montón de firmas que ya había recolectado sobre su superficie blanca. Pudo malbaratar todo, pero jamás su reliquia personal. Eso sí, ni negarlo puede, se deshizo de todo lo que tuvo en sus manos, menos de ese par de guantes que ya lo ddistinguían entre su apreciada familia boxística. Así pues, a pesar del desmadre tormentoso que durante varios años zarandeó su existencia, por medio de su póster se mantuvo apegado a la vida y a su deporte entrañable. Ese deporte de las madrizas legalizadas que le ha dado todo, como afirma: entre muchas otras cosas, le permitió acercársele y demostrarle el gran aprecio que siente por su ídolo Rubén Olivares (¡qué chinga le han puesto sus familiares políticos más cercanos!, dice, con todo respeto), a quien considera uno de los mejores boxeadores mexicanos de todos los tiempos (junto con Rodolfo Casanova, y José “Toluco” López); a Mohammed Ali, que lo sentó junto a él, compartiendo su mesa, cuando Balicó le pidió su autógrafo. Ali, esa gran leyenda del boxeo, había venido a México a recibir un reconocimiento y en busca de la cura para la enfermedad de Parkinson que lo afecta hasta ahora… a José Medel (otro de sus ídolos), corazón de oro, tepiteño bondadoso, era capaz de dejar de comer para que otro necesitado lo hiciera… al Alacrán Torres, campeón mundial de peso mosca, que de repente se creía el papá de los pollitos, pero eso no le quitaba que fuera un chingón del cuadrilátero… a Chartchai Chionoi, tailandés que tuvo grandes peleas de campeonato mundial en contra del mismo Alacrán Torres… a Cantinflas, Mario Moreno, que le quiso firmar su póster porque, le dijo, antes de ser figura destacada de cine mexicano, había querido ser boxeador… a Matarili, Mario Munguía Delgadillo, el famoso periodista al que Balico acudió para pedirle que fuera el padrino de su cartel repleto de autógrafos de boxeadores, casi todos campeones nacionales y mundiales. El reconocido periodista consideró un honor tal solicitud y le dedico una nota que Balicó conserva enmarcada… a los boxeadores cubanos, radicados en México, Ultiminio Ramos y Mantequilla Nápoles, uno, en su trato, muy chévere y otro, mejor ni lo cuento… a los otros campeones tepiteños, Raúl "Ratón" Macías, Halimi Gutierrez, Rodolfo Martínez, al Kid Azteca... a tantos y tantos personajes que se amontonan en sus recuerdos y anécdotas, y en cientos de fotografías y recortes de periódicos y revistas, en reconocimientos y objetos apreciados que contribuyen a testifican una existencia, la del Balico, vivida a todo lo que da, aún hoy, como personaje del barrio de Tepito... que, como chalmero, no falta a la tradicional peregrinación anual que un numeroso grupo de tepiteños realizan para ir a visitar, en su iglesia del Estado de México, al Señor de Chalma… y como socialista, comunista, “no lo pregono porque me rompen la madre”, admirador del Che Guevara (a sus dos hijas les puso Alaide, a una, y Tania, a la otra, en honor de las memorables mujeres del Che) y detractor de Fidel Castro… y como coleccionista de discos musicales en donde se reúnen personajes excepcionales… y como degustador de las tradicionales migas tepiteñas y de los platillos que las doñas de Tepito, asegura, guisan tan sabroso como nadie en ninguna parte; “cualquiera que te invitara a su mesa, aunque sea a probar un plato de frijoles con su ramita de epazote, al saborearlo te resultaría un agasajo al paladar”… y como creyente de que las miradas lo dicen todo, más en el amor y en la conquista, y lo demuestra con el movimiento de sus ojos y sus párpados entrecerrados…

Balico con Mohammed Ali.
Ahora, después de tantos suceso y hechos intensos -entre muchos otros, por citar alguno: la inolvidables experiencia compartida con boxeadores que en sus inicios, después de entrenar en el legendario Gimnasio Jordán, no tenían ni para comer, y se veían en la necesidad de pedir fiado en las taquerías o fondas cercanas, en compañía de Balico, que se encontraba en las mismas condiciones, pero que cuando tuvieron varo, ya como campeones del boxeo, no dudaron en convidarle alimentos en un buen restaurante, o unos alcoholes en un bar de catego-, sin quejas ni lamentos, disfrutando lo que es y lo que fue, en su puesto tendido, a la orilla, sobre el asfalto de la calle Rivero, jugando, haciéndose señas cábulas con un chiquillo que lo mira desde el puesto de enfrente, o adquiriendo merca, ropa de segunda que llegan a ofrecerle a buen precio para que él pueda ponerla barata, a cinco pesos la pieza, continúa disfrutando la vida como viene y como va, segundo a segundo, minuto a minuto, día a día, rememorando y compartiendo su vastos conocimientos boxísticos, las innumerables vivencias y anécdotas que durante décadas le ha obsequiado el deporte de Fistiana, para él entrañable. Su apreciado póster, con sus legendarios guantes de box, rodeado de decenas, si no es que de cientos, de dedicatorias y autógrafos de campeones nacionales y mundiales, lo respalda, sin ninguna duda...


Balico haciendo "bisnes" en su puesto ambulante de Tepito.
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DEL ÁLBUM DE FOTOGRAFÍAS DE BALICO

Blico con Teófilo Stivenson, cubano, sempiterno campeón olímpico de peso pesado.


Nota de Matarili, periodista, dedicada a Balico.


Nota periodística dedicada a un evento boxístico organizado por Balico,
en honor de Salvador Sánchez, campeón mundial fallecido en accidente automovilístico.


Nota periodística en la que aparece Balico.

En libro de fotografías dedicado al barrio de Tepito.
Balico reclamó porque los editores ni siquiera querían darle
una copia de esa publicacione. Cuando amenazó con solicitar,
como ex boxeador, la intervención de José Sulaimán,
presidente del CMB, le dieron la copia que había solicitado.
Reconocimiento a Balico de una estudiante universitaria.
Reconocimiento de una antropóloga a Balico.
Daniel Manrique, muralista de Tepito Arte Acá, Dolores Padierna
(por aquellos tiempos encabezaba la delegación Cuauhtémoc), y Balico.
Ultiminio Ramos, boxeador cubano, "Alacrán" Torres y Balico.
Chamín Correa, Balico y un hijo de Chamín Correa
Preliminarista, Rubén Olibares (cuando actuaba en una
obra de teatro, por eso el bigote) y Balico.




Untiminio Ramos, Balico y Chucho Castillo,
campeón mundial de box.




Con el "Cuyo" Hernández, manager de Rubén Olivares.
Con el reconocido manager Lupe Sánchez.


Con "Manos de Piedra" Durán.
a "Chiquita" González, con Julio César Chávez, Balico y con Olivares.
Balico con Ángel Fernández, cronista de futbol.







Con "El Finito" López.


Y así podríamos continuar viendo más fotografías de los álbumes de Balico, Amigo de los Boxeadores y neto valedor de Tepito (agrego yo), pero sería un cuento de nunca acabar -algo así como aquello de las mil y una noches de Scheherezada-, porque cada fotografía significa una historia o una anécdota inolvidable de la que Balico pasa de una a otra y a otra y a otra... Pues él, en sí, es una enciclopedia del boxeo nacional y mundial, que se halla entre los tesoros inesperados y, sin embargo, poco valorados, que de repente se encuentran en el tianguis del barrio de Tepito.