No fue mucha la producción editorial y literaria de la Peña Morelos, pero, como dirían los clásicos, sí sustanciosa. Entre la publicación de carteles con poemas de Brtolt Brecht y carteles informativos, en 1983 en la colección de 7 carteles-cuento titulada El Barrio, se publicaron 7 cuentos (300 ejemplares de cada uno) correspondientes a 7 distintos escritores: Miguel Donoso Pareja (ecuatoriano), Regino Pedroso (cubano); y cinco jóvenes mexicanos: Juan Villoro, Gustavo Masso, Alejandro García, Roberto Bravo y Diego Cornejo Choperena, a quien corresponde el cuento que a continuación aparece. Éste fue ilustrado por Arturo Pastrana. Los restantes seis carteles-cuento fueron ilustrados por Ana Barreto, Salvador Carrillo, Antonio Ramírez, León Chávez Texeiro y otros dos excelentes ilustradores, de los que no tengo certeza, pues no cuento con información que me lo ratifique, uno de ellos fue citado y conocido como El Chamuco y el otro como Mario Ortiz. El diseñador de la carpeta que los contenía, impresa en serigrafía por él mismo, y coordinador de los ilustradores fue el entrañable Felipe Hernández...
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LA PRODUCCIÓN ARTÍSTICA Y CULTURAL EN TEPITO
En Tepito la producción artística y cultural tiene muchos años de llevarse a cabo de manera, por así decirlo, subterránea. Por supuesto, dichas expresiones culturales nunca han sido incluidas dentro del circuito de "la alta cultura" de la gran urbe (uff, qué alivio, pienso). Así pues ha quedado en manos de los vecinos del barrio el reconocimiento o no de su valía.
Dicha producción fue más notoria a partir de la década de los años setentas del siglo pasado, cuando surgen el movimiento muralista denominado Tepito Arte Acá y la Peña Morelos, de los que ya hemos escrito en varias entregas de este blog.
Para dar fe del señalamiento anterior, puede citarse que durante los inicios de los años setentas de siglo pasado, se publicó El Ñero, un tabloide en el que cabía toda la problemática que interesaba al barrio y, también, cabían todos, entre ellos Armando Ramírez, quien estaba a punto de publicar Chin Chin el Teporocho (el narrador es el único personaje reconocido más allá del barrio, junto, tal vez, con Daniel Manrique), y muchos otros, entre ellos, el mismo Daniel Manrique y Luis Arévalo (de quien también se ha escrito en el presente blog). Este tabloide fue propiciada por el sacerdote Federico Loos, párroco de la iglesia de La Divina Institución.
De esas dos propuestas devinieron otras más, sobre todo a partir de los sismos de septiembre del 85. Ese año aparecen la revista Desde el Zaguán, editada por Fernando Ramírez, El Poeta, quien solicita y reúne escritos de los habitantes del barrio y los publica tal cual, sin corrección de ninguna clase, lo que la convierte en una primigenia revista literaria, impresa en fotocopias y cuando es posible hacerlo. Hasta hoy, aparece esporádicamente, aunque ya tiene varios años de no hacerlo.
En seguida viene otra revista, más elaborada, con diseño un tanto más profesional, ilustrada y con contenido literario que pretende serlo en serio, y lo logra, sin duda. Editada por un consejo editorial entre los que destacan Rafael López y Mario López, uno escritor y músico, y el otro, escritor, diseñador e ilustrador de esta revista denominada La hija de la Palanca, en honor a una pulquería que existió en una de las cuatro esquinas que forman el cruce de las calles de Fray Bartolomé de las Casas y Tenochtitlán, en el barrio de Tepito. Alguna vez escuché a Mario López recordar que a ese lugar acudía su padre para degustar sabrosos curados de todos los sabores. Esta revista, como la mencionada anteriormente sufre por carencia de apoyos económicos, de los que ha recibido algunos, institucionales y particulares, que le han permitido sobrevivir, aunque, como El Zaguán, también ya tiene algunos ayeres que no es impresa en tinta.
Hubo otra revista, la que fue denominada Tepito Crónico, por su editor Eduardo Vázquez, coordinador de talleres literarios, escritor de cuentos y de una novela que ha sumado algunos años en espera de editor. Su revista también sufrió por carencias económicas, por lo que Lalo Vázquez dejo de publicarla.
Por el lado de los pintores, he oído y conocido algunas obras de una artista plástica de nombre Beneranda, de quien desconozco bien a bien su obra, aunque alguna vez acudí a una exposición de Daniel Manrique en la que alternó con ella. Figurativa, tal vez, no sé más de ella, pero quisiera saber... Del que sí sé es de Eduardo Candelas a quien apenas le alcanza el lienzo, porque se sigue en los bordes doblados en el bastidor y ya no continúa en la pared porque al retirar el lienzo quedaría un vacío imperdonable. También hace escultura y experimenta con todo material que se pone a su alcance... Excelente experimentador, Eduardo Candelas...
Y, por supuesto no puedo dejar de mencionar, ¡sería imperdonable!, al gran maestro, autodidacta, Julián Ceballos Casco, fundador del Tepito Arte Acá, al lado de Daniel Manrique. Ellos dos, quienes prosiguieron sus caminos distanciados, son una base muy sólida para los artistas plásticos del barrio de Tepito. Otro artista, que no debo dejar de mencionar, es Felipe Hernández, viejo militante de la Peña Morelos, reconocido por su labor en la serigrafía, en carteles y mantas. A Daniel Manrique ya le dediqué espacios anteriores en este blog. Un artista indispensable para el barrio.
Por el lado de la música destacan el grupo Son como Son, encabezado por Antelmo "Temo" Pérez, de ranció abolengo tepiteño, con un rico pasado de lucha social, actoral y musical. Otro grupo destacado, el negrito en el arroz, porque, inusitadamente, toca blues enmedio de un ambiente más guapachoso, tropicoso, que agringado, es El Cajón del Muerto, con su líder, Jesús Téllez, que lo mantiene a flote, integrando a nuevos músicos e intérpretes de sus canciones identificadas con el Tepito y sus alrededores, y con su maestría en la guitarra.
El Espacio Cultural Tepito
En el año 85 también resurgió el Espacio Cultural Tepito, en Vidal Alcocer número 114, a un costado de la iglesia de la Divina Institución, precisamente en donde el cura Federico Loos, gringo él, propició cooperativas, el tabloide El Ñero, una guardería y una Biblioteca de la Juventud (en 1968), ahí también se instituyó la preparatoria popular Comitancillo (en ese sitio hicieron su prepa, Mario López, entre otros muchos tepiteños).
De igual manera, en ese mítico lugar, en 1994, Luis Arévalo estableció su Taller libre del arte del Calzado, para impartir sus clases para enseña a hacer el calzado de manera gratuita a cualquiera que se lo solicite.
El Espacio Cultural Tepito, después de los sismos del 19 de septiembre del 85, no trascendió más allá. Sus integrantes, además de habilitarlo como centro de acopio para beneficio de los damnificados, en un momento dado quisieron hacer una labor similar al de la Peña Morelos, pero los tiempos y las condiciones (como se vio en La inverosímil historia de la Peña Morelos, se allá también en este blog) cambiaron radicalmente desde ese septiembre fatídico. Por ello, ese proyecto ya no tuvo continuidad.
Durante los primero años del nuevo siglo, en Tepito han surgido el Comité Martes de Arte en Tepito, Títeres en los Palomares y Alameda Tepito, promovidos, en su inicio por un mismo comité. De estas aventuras culturales aún se está escribiendo su historia...
Como se está escribiendo la inverosímil historia de María de la Luz Cadena, creadora de grupos de teatro infantil justo en el inhóspito espíritu del barrio de Tepito...
Por cierto, existe un grupo de teatro Tepito Arte Acá, desde hace muchos años, pero, quizás por sus necesidades, no se han desarrollado dentro del ámbito tepiteño, sino en espacios ajenos a éste. Aunque no por ello dejamos de lamentar que hace pocas semanas, se le expulsó del teatro donde realizaba sus presentaciones, con el argumento de baja calidad e incluso acusándolos de piojosos (lo leí en el facebook, donde lo denunciaron y tienen su espacio). Es injusto que por esos argumentos (puro prejuicio) se les haya despojado de su escenario. Por ello, en solidaridad solicitamos a las autoridades que les otorguen el Teatro Gorostiza que se encuentra abandonado, en paupérrimas condiciones, desde hace muchísimos años. Además, se halla en los linderos del barrio de Tepito.
Por otra parte, tanto Armando Ramírez, escritor de la novela Chin Chin el Teporocho, entre otras más, y Alfonso Hernández, del Centro de Estudios Tepiteños (CETEPI) -del que no es público el tamaño de su acervo ni sus estudios e investigaciones pasadas ni acutales-, y cronista del barrio, su labor (de ambos) está más dirigida a lograr el reconocimiento en el exterior que en el interior de Tepito (dicho sea esto, sin restarles ningún mérito personal), en comparación con los otros personajes o grupos que realizan (o realizaron) su labor, de forma preponderante, en el interior del barrio.
(Fotografías de Luz María Cadena y de alumnos de sus grupos de teatro infantil.)